Desarrollo


En la naturaleza los caballos son presas de los depredadores y por ello tienen fuertes instintos de huida y defensa. Su primera reacción ante una amenaza es asustarse y huir pero también son capaces de defenderse cuando no pueden escapar o cuando se amenaza a sus crías. Suelen ser curiosos, y cuando se asustan suelen investigar un instante sobre la causa de su miedo y no siempre huyen al descubrir que hay peligro. La mayoría de las razas de silla se han desarrollado por su velocidad, agilidad, resistencia y estado de alerta; cualidades naturales que provienen de sus ancestros salvajes. Aunque por la cría selectiva algunas razas son más dóciles, en especial los caballos de tiro. 
Los caballos son animales de manada, con jerarquías claras, liderados por un animal dominante (generalmente una yegua). Por lo tanto son animales sociales que establecen vínculos de unión con individuos de su propia especie y con otros animales, incluidos los humanos. Se pueden comunicar de varias formas, con vocalizaciones y relinchos de varios tonos, mediante el acicalado mutuo y el lenguaje corporal. 
Muchos caballos son difíciles de manejar si se separan del grupo, pero con entrenamiento, aprenden a aceptar la compañía humana, y así se sienten a gusto separados de otros caballos. 
Cuando son encerrados sin compañía, y sin recibir ejercicio y estimulación adecuada pueden desarrollar lo que se llama vicios de establo, varios malos hábitos de origen psicológico, entre los que se incluye la masticación de las maderas, dar coces a las paredes, andar hacia delante y atrás entre otros problemas.
Los caballos muestran una gran variedad de colores de capa y de marcas distintivas, que dan lugar a amplio vocabulario descriptivo especializado. A menudo un caballo se clasifica antes por el color de su capa que por su raza o sexo. Los caballos del mismo color de capa se pueden distinguir por alguna marca blanca distribuida a lo largo de sus cuerpos, que junto a los patrones moteados se heredan de forma independiente de color de la capa.
El caballo es un animal de manada, acostum­brado a vivir en una jerarquía social.
En la manada, cada caballo tiene su lugar. Ese lugar está determinado por la herencia (las yeguas dominantes tienden a producir potrillos dominantes), temperamento (los caballos activos son en general más dominantes que los linfáticos) y fuerza física. Un miembro de la manada está generalmente muy contento en su lugar en la ley del más fuerte, cuando siente que el compañero o compañeros dominantes están claramente encarga­dos de decidir. Sin embargo, tan pronto como perciba debilidad en su superior, desafiará la relación y tal vez peleará por una nueva posición. Esta característica es vital en la vida de la manada.Cada miembro debe entender y aceptar la jerarquía, pero cada uno debe desafiar también cualquier signo de debilidad. Para que sobreviva la manada, los animales más atentos y fuertes deben estar siempre al mando, para proteger y guiar el grupo.
A pesar de que el caballo ha sido domesticado por miles de años, este instinto permanece fuerte. muy rápido de uno a todos los miembros de la manada, aún cuando los miembros individuales no saben lo que lo causa o que problema puede haber. En la relación con humanos, esto significa que un ca­ballo recoge rápidamente las emociones del entrenador – y general­mente actúa de acuerdo a esto. Un buen entrenador siempre practica auto control y siempre entiende como se siente realmente. Es casi imposible para un entrenador enmascarar miedo o indecisión a su caballo.
Estos reflejos instintivos derivan del éxito del caballo para sobrevivir a través de muchos miles de años. A pesar de que nuestro entrenamiento involucra adaptar el compor­tamiento del caballo para nuestros propios propósitos, nunca elimi­naremos los patrones de comportamiento completamente.





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Frida Bustamante Ceniceros
Andrea Calderon 


















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